¿Ser Madre en la Vejez?
Recientemente salió una nota que inundó los diarios en el mundo. Nuevamente una mujer de más de 60 años va a ser mamá. Esta noticia provocativa movilizó tanto a los que detractan la idea como a los que la apoyan.
Es sabido que hoy, gracias a las nuevas tecnologías disponibles, si se implanta un óvulo fecundado en una mujer grande las chances de dar a luz un bebé sano o perderlo durante el embarazo son exactamente las mismas que en las mujeres más jóvenes. Este alcance científico, verdaderamente impactante, nos llama a reflexionar acerca de la necesidad de estudiar las implicaciones sociales y éticas sobre este tema.
Este logro científico permite la posibilidad de reprogramar la vida según períodos más extensos y elegibles. Es decir que el parámetro biológico que constituía en sí mismo un parámetro social ha perdido esta capacidad ordenadora.
Por ello la pregunta que la sociedad se plantea hoy es ¿cuáles son las consecuencias de este cambio a nivel de lo social?
En principio no creo que deberíamos pensarlo como una opción para todos sino para ciertos sectores de la sociedad, que por diversas razones el destino biológico pierde sincronización con el deseo individual. Hallando casos donde por accidentes que ocasionaron pérdidas o cambios importantes a nivel familiar desean procrear nuevamente; o bien aquellos cuyas exigencias a nivel laboral desincronizan los momentos de mayor desarrollo y crecimiento en las carreras profesionales con el tiempo de la crianza de los niños. Hecho que resulta más notorio en las dificultades que se producen durante el desarrollo laboral femenino. Generando culpas por no poder responder ante ambas exigencias y encontrando en edades más tardías mayor reposo y dedicación en la función materna.
Por último advertimos un grupo extenso de personas cuyas parejas se iniciaron tardíamente lo cual implica que arrastren una cierta incapacidad o temores frente a la procreación.
Sin embargo deberíamos considerar que este período extenso de convivencia entre padres e hijos podría limitarse; así como las extensiones familiares cada vez más habituales en las que coexisten hasta cuatro generaciones al mismo tiempo.
Entonces ¿es válido éticamente procrear a una edad tardía, suponiendo que en términos “estadísticos”, convivirá ese niño menor cantidad de tiempo o bien que la capacidad física de sus padres podría encontrarse limitada?
Esta opción deberíamos meditarla individualmente y no considerarla normativamente, ya que si la norma fuera la cantidad de tiempo que deberían estar padres e hijos conviviendo, entraríamos en complejos vericuetos en los cuales deberíamos testear las posibilidades de vida de cualquiera que se disponga a ser padre o madre. Sabiendo que dicha opción lindaría con lo absurdo y lo totalitario.
Por otro lado padres de avanzada edad nos dicen que, si bien es cierto que no cuentan muchas veces con la misma capacidad física, sí sienten mayor seguridad y claridad que en su propia juventud para poder desarrollar esta función.
Otra crítica que se realiza es que los niños prefieren padres más jóvenes, donde incluso las madres treintañeras suelen recibir críticas por ser más viejas que otras. Razón que habla más de los prejuicios de esta época, instalado en los niños, que de una condición esperable de las madres.
Quizás la respuesta más compleja esté en relación a la madurez necesaria de los padres, sabiendo que se dará a luz un niño que convivirá un período más limitado de vida, pudiendo dejarlo tempranamente sin los cuidados necesarios. Razón que deberían tener en cuenta todas aquellas personas, de cualquier edad, que tengan más riesgo de vivir menos años.
Sin embargo creo que estas opciones pueden ser resueltas, en algunos casos con madurez. Muchos de estos padres hallan en el cuidado de un grupo (familiares, amigos) un resorte para prevenir soledades y pérdidas de apoyo material y afectivo tempranas.
Por todo esto considero que deberíamos tomar esta como una opción más que se posibilita y que nos brinda un margen de libertad inusual, porque nuestra realidad se vuelve día a día más cercana a la ciencia ficción.
Esta libertad debe llamarnos al buen criterio personal el cual incluye la cautela pero también la creatividad, sin tomar lo conocido como la única referencia frente a propuestas tan diversas como las que están apareciendo.
Ser padres es un oficio complejo en cualquier edad y situación vital, sin embargo no hay comprobaciones de que haya edades, ni situaciones ideales para hacerlo. Solo sería aconsejable la mayor responsabilidad para tan importante tarea.