La violencia familiar acosa al adulto mayor
Opinión de un experto en Psicogerontología. Reconoció que las mujeres se integran con más facilidad que los varones a los espacios sociales.
“En los últimos tiempos vemos que la familia viene a la casa del viejo porque él es el propietario. Y hay situaciones terribles, donde él pasa de la habitación central a la de servicio. Y el problema es que al Estado le cuesta menos inspeccionar un geriátrico que saber qué pasa en la intimidad de una casa”.
Quien traza ese diagnóstico implacable sobre ser viejos hoy es el psicólogo Ricardo Iacub. El profesional es asesor del Ministerio de Asuntos Sociales de la Nación en cuestiones relativas a la Tercera Edad, y uno de los expertos más reconocidos que tiene la Argentina sobre el tema.
Iacub, quien ayer se reunió en Tucumán con los coordinadores de programas en desarrollo desde el Estado nacional (cuidadores domiciliarios, voluntariado y centros de día y Prevención de Abusos y Maltratos) apeló a respetar a los viejos como “sujetos de derecho, como personas autónomas con capacidad de decisión propia”.
“En esta sociedad que muestra señales de menoscabo por los viejos, crece al mismo tiempo la conciencia de los derechos de los viejos; sin embargo, los va dejando cada vez más solos. Pero eso nos pasa a todos. Todos estamos cada vez más solos”, opinó Iacub, quien define a esta realidad como “paradojal”.
¿Cómo analizar los casos de violencia contra viejos que hay en la Argentina?
“Me sorprende tanta barbarie. Y eso muestra -reflexionó- que estamos tocando fondo, que estamos perdiendo el respeto por ciertos símbolos sociales, por los grupos vulnerables”.
Sin embargo, él rescata que los mayores se sienten hoy con más derecho “a pasarla bien”. “Los mayores -apunta- están teniendo menos temor a juntarse con mayores, lo que antes era visto como algo vergonzante”. En la balanza del debe, el experto señaló que el adulto argentino tiene que vencer el prejuicio de usar prótesis o sillas de ruedas.
Por otra parte, reconoció que las mujeres se integran con más facilidad que los varones a los espacios sociales. Y cree que es así porque para el hombre el campo laboral y económico eran los que lo afirmaban en su identidad social. De todos modos, remarcó que el deporte es un buen convocante para los varones (aunque no el único). “Si en un club ponemos una cancha de bochas -asegura-, el club se llena”, aseguró.
¿Cuál es el gran desafío que enfrentan los profesionales de la psicogerontología?, preguntó LA GACETA.
“El tema de las demencias es un fantasma público. Si hay algo que nos condena a la no autonomía -enfatizó-, eso es la demencia. Lamentablemente, la medicación alivia en algo, pero es bastante dudosa. Lo que estamos construyendo en los planos psicosociales son nuevos dispositivos para que esta enfermedad no sea el ‘acabose’. Un desafío ético es tratar de darle continuidad humana a esta persona”.