¿La sabiduría un desafío en la tercera edad?
El mes anterior habíamos desarrollado una serie de ideas con respecto a la sabiduría, tomando en cuenta la noción de buen juicio que posibilite la prudencia y la organización y planificación de la vida personal. Hoy vamos a tomar otra perspectiva que desarrolla el psicoanalista Heinz Kohut y que creo nos seguirá enseñando algo más sobre este desafío, muy propio de los mayores. A pesar de que este autor no se dedica especialmente a los mayores ni tampoco a la sabiduría, si se acerca de una manera muy interesante a nuestras temáticas a través de lo que denomina “transformaciones del narcisismo”.
¿Qué significa esto? Son las modificaciones que se producen en las imágenes y creencias que tenemos acerca de cómo somos y quienes somos, a lo largo de la vida y que hacen que nos querramos o no, que nos veamos agradables o no. Solemos tener la idea del narcisismo como pura presuntuosidad, sin embargo este concepto, desde un punto de vista más amplio, es el que permite que tengamos una representación de nosotros más querible, lo cual resulta necesario nada más y nada menos que para relacionarnos con nosotros mismos y con los otros, así como para enfrentar la vida. Muchos adultos mayores no sienten que la propia imagen los represente como ellos quisieran, situación que los lleva a sentirse incómodos consigo mismos o a pensar que su cuerpo es un extraño. Situaciones que pueden llevar a la vergüenza de si, al temor o a verdaderas guerras con el cuerpo que pueden ser lesivas tanto a nivel psicológico como físico.
Por eso vamos a partir de una serie de características que describe Kohut y que permiten dar un nuevo sentido a la sabiduría a través de la idea que conformamos acerca de nosotros mismos.
En primera instancia describe la creatividad como una nueva forma de relación con los objetos, por ejemplo el artista parece fundirse con el material que trabaja, perdiéndose los límites entre uno y el otro. Esta capacidad podríamos pensarla como una mayor plasticidad frente a las cosas. Posición que permite deshacernos de actitudes rígidas y abrirnos a pensar o hacer de otra manera, descubriendo nuevas alternativas sin temor a equivocarnos. Ser creativos en última instancia nos permite salir de las miradas únicas para abordar nuestra vida de modos más originales.
La otra característica es la empatía, a la que describe como la capacidad de comprender al otro con una sola mirada o percepción. Desde otra perspectiva podemos pensarla como el ponerse en el lugar del otro y poder entender desde allí como piensa. Lo que mucha gente denomina intuición no es más que esa capacidad empática de conocer la perspectiva del otro. Lo importante en este caso es la posibilidad de desarrollar nuevos puntos de vista acerca de nuestras relaciones con los otros y con nostros mismos que nos permitan entender y entendernos mejor sin tantas ideas preconcebidas y prejuicios acerca de cómo se debe ser.
La tercer característica que describe es el humor, el cual nos sirve para poder sobrepasar lo difícil. El humor muchas veces nos permite superar esos acontecimientos que parecen insuperables, el reirse de uno mismo es jugar con esa frontera del dolor o de vergüenza, pudiendo allí encontrarnos con la risa que nos libera del malestar padecido. Por eso reirnos es tan terapéutico. Que mejor después de un papelón el poder contarlo y reirse con amigos, ya que frente a eso que no se puede cambiar sin embargo nos queda disfrutarlo pudiendo mostrarnos en el error sin que ello implique la burla ni el desdén. Como psicólogo tengo muy en claro que para mejorar, una de las tareas básicas es poder reirse de lo que uno no puede o no le sale, porque solo desde esa actitud de reconocimiento de lo que nos pasa, pero sin vergüenza, podemos empezar a cambiar.
Una cuarta característica es el reconocimiento de nuestra finitud, lo cual significa saber que nuestra vida tiene un límite concreto, que los objetivos que nos pongamos tienen un tiempo posible para ser realizados, sin que esto nos lleve a la preocupación por sentir que nos queda poco tiempo. Jorge Luis Borges pensaba que si el hombre no tuviese noción de su límite todo podría ser postergado infinitamente y la vida, agrego, se convertiría en un supino aburrimiento. El saber que es lo que quiero y que lo debo disfrutar tanto como sea posible se vuelve una necesidad. Una señora que participaba en un grupo de mayores ante la pregunta acerca de porque disfrutaba todo tanto me decía porque estamos atados por un hilo a la vida y entonces hay que aprovecharla más que nunca. El reconocimiento de la finitud también puede tomar otros sentidos. Algunos consideran que uno puede dejar un legado, lo que implica que algo de uno vivirá en los seres queridos. Otros piensan que al no estar físicamente se pueden proyectar en otra forma de vida. Y algunos consideran que algo de lo nuestro vivirá en los hijos nietos y generaciones subsiguientes. Cipe Lincovsky en una entrevista que le hice para mi libro lo decía de esta forma: “Yo no sabía lo que era volar…hice los ejercicios más locos para aprenderlo… finalmente cuando nació mi primer nieto lo aprendí… porque ves tus mismos rasgos que se continúan…”.
Por último llegamos a la sabiduría la cual se logra gracias a la aceptación y transformación de las limitaciones de las capacidades físicas, intelectuales y emocionales. Deben combinarse la creatividad, la empatía, el sentido del humor y la aceptación de la muerte para posibilitar la sabiduría. La que nos posibilitaría una actitud estable de la personalidad frente a la vida.
La creatividad y la empatía son propios de la juventud, el humor se termina de alcanzar con la adultez y la aceptación de la muerte con la mediana edad, lo cual da como resultado que la sabiduría sea una logro de la tercera edad.
La esencia de este notable logro es un abandono total de los delirios omnipotentes aunque encontrando alternativas y atajos para hallar nuevas posibilidades aun cuando aceptemos que muchas cosas no son posibles
La sabiduría se caracteriza también por seguir conectándonos afectivamente con nuestros deseos y objetos de amor y por sostener una capacidad creadora permanente. Kohut hacia el final nos da una bella frase para describir la sabiduría: Es el control final del jinete sobre su montura, con un caballo ya envejecido.
Para concluir sobre este tema tan vasto, quisiera volver a acentuar que la sabiduría pareciera navegar entre dos aguas, el reconocimiento de la realidad, con todos sus límites y riesgos, al mismo tiempo que la expansión creativa que permite encontrar un camino personal que nos siga manteniendo interesados y entusiastas con la vida.