La pseudodemencia y las demencias pseudos
Introducción:
La Pseudodemencia es una de aquellas patologías que comparten el triste destino de la desatención ya que resulta casi desconocida en el mundo psi y suele ser poco diagnosticada por la neurología. Esto parece no terminar allí, ya que una nueva forma de negación, más sutil, surge desde el DSM IV ya que la considera una vulgar simulación y por ello la denomina Trastorno Facticio.
El objetivo de este articulo es pensar esta patología como un síntoma, en el sentido psicoanalítico del término, y en particular un síntoma en la vejez.
¿Qué es la Pseudodemencia ?
Esta patología en sus formas puras no tiene un correlato anatómico, es decir que carece de la base orgánica de las Demencias y del supuesto decurso de la patología, aunque coincidan en la sintomatología.
Este concepto fue acuñado por Kiloh en el año 1961, refiriéndose a una tabla demencial sin proceso neuropatológico aparente, con ello supone la enorme suma de pérdidas cognitivas, especialmente a nivel de la memoria y la atención, pero así también perdidas del juicio, los cuales se evidencian en actos absurdos, lenguaje disgregado, trastornos afásicos y de las praxias.
A pesar de las evidencias este término ha sido muy criticado por su imprecisión y su utilización para otras patologías como el síndrome de Ganser, en manifestaciones histéricas o en cuadros psicóticos.
Como ya se lo había señalado, el uso de pseudodemencia es denunciado como impreciso ya que no denomina ninguna entidad semiológica en particular, sino que simplemente alude a la idea de símil de demencia. Lo que Kiloh (1) entreveía como entidad cercana era el síndrome de Ganser, sin embargo él señala lo limitado de su encuentro ya que este síndrome aparecería con una psicosis orgánica de base, incluso advierte sobre las dificultades de diferenciarlo a la esquizofrenia y al catatonismo negativo.
Otra de las suposiciones relativas a esta patología es la asociación con la depresión, versión que hoy se encuentra especialmente extendida, particularmente en pacientes viejos. Roth (1955) sostenía que “la enfermedad depresiva puede estar enmascarada por una pseudodemencia”. Sin embargo Wells (2), indica que solo 3 de cada 10 casos con pseudodemencia, padecen depresión, lo cual nos indica la necesidad de estudiar otras causas de esta patología, aunque resulta importante rescatar la frecuencia de esta patología en la vejez (Roth, 1955)
En los casos que reporta Kiloh, señala los mecanismos histeroides empleados por los pacientes con síndrome de Ganser, que ha hecho que se lo denominen de diversos modos: pseudodemencia histérica, puerilismo histérico o síndrome de bufonería.
Muchos de los casos citados en los reportes de la enfermedad, que ya se han convertido en clásicos, son de hombres que entran en la vejez y que fueron despidos, recibieron la jubilación, carecían de nuevos estímulos y a los que se los califica de obsesivos por los mecanismos de defensa que presentan. Así como se encuentran mujeres con rasgos histéricos, cercanas a la vejez que debieron enfrentar situaciones particularmente dolorosas como pérdidas, situaciones de dificultad familiar o social y que parecen aliviarse a través del olvido y una supuesta dementización, de un dolor moral, muy ligado al acto del recordar.
Actualmente desde el DSM IV hubo una limitación del término a una forma de Depresión Mayor y se lo trata como un tipo de engaño a la que se le dio el nombre de Simulación o Trastorno Facticio. Estas figuras han cerrado un campo de comprensión y de exploración diagnóstica que si provee el término Pseudodemencia por ser una configuración de síntomas que simulan una entidad, sobre la base de una identificación a “la idea de” una demencia, con todas las alusiones narrativas que este fenómeno puede tener.
Demencia o Pseudodemencia:
Las diferencias entre una y otra se presentan según Levy-Attar (3) de esta manera:
“Sobre el plano clínico el hecho de las similitudes sintomáticas hace muy difícil su diferenciación. El enlentecimiento de la depresión puede simular el de la demencia. A pesar de ello el pseudodemente tiende a exagerar su incapacidad y no hace ningún esfuerzo, aún en las tareas más simples. Prefiere no responder o decir yo no sé. Las quejas son frecuentes por su patología y se vuelven absolutamente pesimistas. Los problemas mnésicos son variables en el tiempo tocando tanto los antiguos como los recientes, o sea sin respetar la lógica de las pérdidas en la demencia. El pensamiento es indeciso con problemas de concentración, y el tiempo que toman en pasar un test es sumamente largo.
En cuanto al demente, se queja poco de su déficit, y tiene tendencia a compensarlo con un discurso disgresivo o hiperdetallado, con falsas respuestas. Los problemas de memoria se dan sobre todo sobre los hechos recientes. El déficit se estabiliza en tanto se vuelve congruente a su repercusión social, predominando sobre las dificultades de adquisición. Los déficits son lentos y el comienzo vago.
Toda vez que queramos definir una o la otra en ausencia de criterios formales, nos inclinaremos por la pseudodemencia:
- cuando el comienzo reciente produce un cambio y una ruptura con el estado anterior, y tiene una evolución precisa y rápida.
- en tanto haya antecedentes de problemas de humor en la persona o en la familia.
- con la presencia de acontecimientos que pueden desencadenar la patología.
- despertar precoz con dolor moral en la mañana.
- variable orientación en el tiempo y el espacio”.
Resulta importante diferenciarlo de una depresión ya que la misma, al ser actualmente tan abarcativa, pierde precisión para su descripción y fundamentalmente no toma en consideración la otra escena que funda la particularidad de este síntoma.
El DSM-IV, incluye también la simulación la cual vela la fundamentación lógica que lleva a la elaboración de un síntoma neurótico, cualquiera fuese su origen.
La simulación más allá de las nuevas predicaciones que han ido apareciendo en la psiquiatría, alude clásicamente a un engaño consciente que el sujeto realiza a otro. Considero que la idea de voluntarismo nos lleva a desconsiderar que esta especie de parodia se encuentra sobredeterminada por un deseo inconsciente. Por ello creo importante rescatar la validez del síntoma en el sentido psicoanalítico del término, en tanto supone una sobredeterminación simbólica, de la que el padeciente es inconsciente de ella, o no totalmente consciente.
Es por ello que sostener el síntoma, en sus dos vertientes, por encima de las otras modalidades, rescata el aspecto fenoménico de la pseudodemencia y nos ayudaría a pensar en un acto por parte del sujeto del inconsciente, con todos los ideales de una época con que una cultura intenta universalizar al sujeto.
Articulación a las neurosis:
En pos del objetivo de este artículo, considero necesario articularla a una de las formas que toma la neurosis que es la histeria, no por que sea la única para pensar la pseudodemencia, sino porque es la que mejor ejemplifica la plasticidad de las neurosis. Resulta necesario dar un pantallazo de la misma, para ilustrar las modificaciones sintomáticas que esta patología presenta, que han hecho dividir al Psicoanálisis mismo en su consideración. Poniendo fundamentalmente el acento, en la posición subjetiva en relación al Otro y no en la descripción de los síntomas.
La histeria siempre impuso desafíos al entendimiento semiológico, de hecho uno de los primeros artículos de Freud al respecto versará sobre la diferencia entre las parálisis motrices orgánicas y las histéricas, en el cual el intento pareciera ser el mismo, encontrar el entrecruzamiento de ambas y situar sus diferencias. Por ello rastrearé desde este texto lo que pueda resultar análogo a mi intento.
Una de las primeras observaciones de Freud al respecto es acerca de la posibilidad de representar diversas afecciones orgánicas. Considera que la lesión de las parálisis histéricas y sus manifestaciones son independientes de la anatomía del sistema nervioso, “como si la anatomía no existiese o como si no tuviese ningún conocimiento de ella”(4). La parálisis toma la representación de la pierna en el sentido vulgar del término, desde los pies hasta la inserción de la cadera. Lo que lo llevará a postular que la “idea de” es lo que se va a paralizar, a través de un corte a nivel asociativo a la concepción del miembro que se trate.
Es importante acentuar que la fuerza del término histeria está referido a la implicación del cuerpo como representación, sin embargo incluso antes de Freud se venían pensando otras implicaciones de la histeria que llevaron a una confusa historia de semiologías, entre ellas la Gran Histeria o Histeria Crepuscular, a la que trataremos de hacer referencia a través de los escritos de J. C. Maleval (5).
En el rastreo histórico que este autor realiza, intenta formular aproximaciones a la noción de histeria, yendo más allá de los efectos sintomáticos en lo corporal, considerando también las supuestas posesiones demoníacas, la catatonía, los estados catalépticos o estupor catatónico, ciertas demencias, delirios, alucinaciones, o la confusión mental. Por último toda una profusa gama de estados oniroides, amnesias, etc. que durante mucho tiempo se lo reservó al enorme saco de la esquizofrenia y que desde otro marco teórico nos puede resultar más cerca de la histeria que de las psicosis.
Toda esta suma de referencias que podríamos articular a concepciones de época en las que esta patología habla, en alguna medida, de un orden de creencias y a su vez lo desafía. Es por ello que Isräel considera difícil subsumir la histeria a una enfermedad y la considera “un modo de relación” que “se modifica en función del ambiente y lo lleva a una especie de complicidad, sin que el mismo lo sepa. De donde surge la imposibilidad de estudiar la histeria en una sola persona”(6)
El recorrido que hace Maleval de la historia de la psiquiatría resulta interesante para considerar la plasticidad y variabilidad de los síntomas en las formas de la histeria. Como afirma Moreau de Tours en sus observaciones, confirman que “ la Locura Histérica puede adoptar la mayor parte de las formas de la patología mental, si bien las marca con un sello particular. Así el delirio siempre es breve, pero con la mayor frecuencia intermitente. Aparece tan bruscamente como puede desaparecer. Los enfermos poseen una cierta conciencia de el, a veces clara otras veces oscura.”(7). Por su parte Janet observa que la histeria está en el origen de síndromes múltiples como estados melancólicos, confusión mental, delirio de acción, delirio maníaco, delirio de persecución mal sistematizado, etc. Así como también encontraba síntomas de mayor duración como la anorexia.
Lo que fundaba el diagnóstico de histeria era el reconocimiento del mecanismo original: desdoblamiento del pensamiento e idea fija subconsciente, dicho reconocimiento se realizaba por el origen de los trastornos que entonces se convertían en comprensibles, los accidentes como el delirio sería causado por un fenómeno psicológico, la amnesia como consecuencia del debilitamiento de la capacidad de síntesis mental (Maleval,1991).
Pero hay algo que insiste en este reconocimiento claramente perceptible desde la historia y es justamente que “la plasticidad del síntoma del histérico lo lleva con la mayor frecuencia a adoptar la forma dominante de “locura” que se encuentre en su cultura”(8).
Por ello intentaremos precisar cual es el lugar que recogen los viejos actualmente para posicionarse y anclar su deseo y también su síntoma en el Otro que provee nuestra cultura.
La representación moderna de la vejez:
El recorrido histórico que intentaré formular servirá para conceptualizar el modo en que se han ido constituyendo los significantes específicos con los que se construye un cambio de perspectiva en la mirada medico social de la vejez.
Desde el siglo XIX se ha producido un cambio de importancia con relación a la medicina y especialmente en el lugar que esta ocupa en el conjunto social. Uno de los aspectos que aquí me interesaría recalcar, son las implicaciones éticas de un discurso que normatiza y moraliza desde los conceptos de salud y enfermedad. Constituyéndose a su vez como un dispositivo de poder que regula el cuerpo de los individuos.
En el curso del período del verdadero envejecimiento de la población europeo un nuevo saber médico emerge: la Geriatría. Este neologismo aparece bajo la pluma de Ignaz Nasher en 1909. Este hecho incita a pensar que una mutación profunda se desarrolla en el siglo XIX. Lo cual no significa que los médicos de los siglos precedentes no hayan desarrollado ideas sobre el proceso del envejecimiento, sino que se modificará su enfoque (Bourdelais, 1993). En la era moderna la ciencia médica reducirá al viejo a una relación espacial entre la superficie del cuerpo y su interior. Lo que se diga en adelante de la vejez dependerá de lo que pueda ser visto en su cuerpo (Katz, 1996)
El cuerpo del viejo se presentaba como separado es decir marcando un punto diferencial en la anatomía, requiriendo una especialización profesional y considerando que el problema central era la degeneración progresiva de las enfermedades que definen su estado de envejecimiento y su percepción social de desfalleciente o moribundo. Envejecer fue en sí mismo una fuente de alteraciones orgánicas inevitables conocidas como vejez (Haber 1986,76)
A nivel mental se produce una lectura “científica” del deterioro físico incidiendo directamente en la vida psíquica. La atribución de deterioro mental por notar modificaciones a nivel cerebral, hasta una suma de teorías sobre el deterioro energético en los viejos que llevan a que estos se retraigan, se vuelvan egoístas y limitados intelectualmente, lo cual queda impreso en la visión psicoanalítica, hasta los años 60 al considerar a esta etapa como regresiva con características pregenitales, lo cual implicaría un incremento de narcisismo, suma de pulsión de muerte y otras consideraciones en diversas líneas dentro de la teoría.
Es con las demencias que se han llenado el campo de los esperables, en los que cada viejo resulta sospechoso de poseer alguna de ellas. Desde las viejas nominaciones de Viejo senil o arteriosclerótico, que a pesar de darse en un porcentaje minoritario de este grupo etario, sin embargo resultan de aplicación masiva, generando con ello una desestima de la palabra y del juicio del viejo.
La referencia actual es la de alzheimerizado, objetivándolo en este dato, muchas veces falso, pero que sirve socialmente para sacar a este sujeto de la vía de sus deseos, ya que estos dependerán de una institución, o del puro capricho del Otro. Constituyéndose, de esta forma, una oferta social para la enfermedad en la vía de los ofrecimientos culturalmente establecidos. Ya que la idea de enfermedad también poseerá un firme representante en la demencia y en una suma de posiciones de invalidez psíquica difícilmente calificables semiológicamente y que en términos vulgares calificaríamos como “viejo ga-ga”.
Las demencias pseudos:
Existe otro elemento, quizás mucho más amplio que el propio diagnóstico de pseudodemencia, que es el monto subjetivo que existe en toda demencia.
Aquello que pareció ser desterrado como posibilidad de sujeto en la demencia, como si la patología no dejase resto subjetivo, más allá de alguna lectura humanitaria, resulta importante rescatarlo y en este sentido la pseudo- demencia, valga la intención de quiebre, nos permite pensar lo que cada sujeto puede o no hacer con el deterioro cerebral.
En diversas investigaciones se han podido constatar que cerebros dañados no habían presentado síntomas, así como cerebros sin daño presentaron síntomas (lo que justificaría la presencia de la pseudodemencia). Datos que nos permiten comprender la complejidad biológica del cerebro así como la incidencia de los factores subjetivos en un daño orgánico cerebral.
Es conocida la agudización de los síntomas de una demencia cuando sobreviene una depresión y también como las formas neuróticas o incluso psicóticas pueden incidir en las características psicológicas de una demencia.
Ferenczi señalaba lo siguiente: “Ni siquiera en la etapa final de la parálisis general (denominación de la demencia), la de la completa “imbecilidad”, es simplemente una consecuencia directa de la destrucción de tejido nervioso; en su esfuerzo por mantener el contenido del yo y, en cierta medida, su integración, la mente del parético resiste hasta el fin, y al realizar una regresión infantil, acaso fatal, persiste en el extrañamiento de todo lo que le es penoso, hasta llegar al límite de la inconsciencia” (Ferenczi, 1921)
Conclusión:
En este recorrido realizado desde la teoría nos permite pensar los efectos subjetivos de ciertas concepciones culturales.
Por un lado esta patología nos permite reconocer como ciertos fenómenos considerados “extraños”, cuando se dan en viejos, rápidamente se los califica como emergencia de un cerebro dañado, distinto, etc., sin haber llevado más a fondo la indagación analítica. Quizás por que muchas veces nos sumamos al prejuicio “viejo igual a enfermo y particularmente alzheimerizado”, y con una extraordinaria laxitud el psicoanálisis ha dejado la ética analítica por un prejuicio organicista demasiado fuerte que aún hoy se encuentra en nuestra sociedad.
Por el otro, el modo neurótico en que se construye el síntoma se encuentra fuertemente asociado a los ideales sociales que permiten encuadrar lo singular de un síntoma. Los efectos de realidad que encuentran los discursos de una época, pueden condicionar en gran medida las formas de algunas patologías mentales creándolas o destituyéndolas.
Este distingo fue el que intente hacer en este trabajo para poder explicar cierta parte de la casuística en la que nos confrontamos con gran cantidad de sujetos viejos que toman esta vestimenta para expresar algo que será particular a su deseo. Por esta razón, es por la que hablamos de síntoma en sentido psicoanalítico, el cual a su vez se encuentra connotado por una espera o demanda del Otro de enfermedad y de una infantilización que muchos llaman Ga-Ga, nominación que no hace más que expresar todo un tronco de nuestra cultura que ha ido creando mitos para poder defenderse de lo temido, la enfermedad, la vejez y la muerte, aquello que desde el psicoanálisis podríamos conceptualizar como las marcas de la castración en nuestra cultura.
Bibliografia
- Kiloh L.G.: “Pseudodementia” Pub. Acta Psychyatr. Scand. 37: 336-351,1961.
- Wells Ch. E.: “Pseudodementia” Pub. Am. J Psychiatry 136:7 July 1979.
- Levy Attar : « Depression de Sujet Agee », , Pub. Psychologie Medicale 1995.
- Freud S.: “Estudio Comparativo de las Parálisis Motrices Orgánicas y las Histéricas”, Obras Completas, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 1981.
- Maleval J.C.: Locuras Histéricas y Psicosis Disociativas, Ed. Paidos 1991.
- Israel L. : Histeria. Ed. Paidos, Buenos Aires, 1990.
- Maleval J.C.: Locuras Histéricas y Psicosis Disociativas, Ed. Paidos 1991.
- Maleval J.C.: Locuras Histéricas y Psicosis Disociativas, Ed. Paidos 1991.
Bibliografía general
- Cardebat, Aithamon y Puel : « Les troubles de langage dans les demences de type Alzheimer’’ Art. Ed. Solel, Paris 1995.
- Derousne C.: La Maladie de Alzheimer. Ed. L’ Esprit Du Temps, Bordeaux,1994.
- Ferenczi, S.: Problemas y Metodos del Psicoanálisis, Ed. Paidos, 1968.
- Jakobson R.. El Marco del lenguaje Ed. Fondo de Cultura Económica México DF.,1976
- Peruchon M. : Le declin de la vie pschyque. Ed. Dunod, Paris 1995.
- Saussure F.: De Curso de Lingüística General. Ed. Losada Buenos Aires, 1970.